¿Te acuerdas del mar? Era ya media tarde, casi entrando la noche, soplaba una brisa suave que nos ponía la piel de gallina. Tapados los cinco, escuchábamos primero a Miguel, tu padre, después a María, mi madre y la de mi hermana. No teníamos frío pero ya empezaba a sentirse la humedad y el sol no nos calentaba. El libro estaba acabando y María y Miguel se turnaban para leer primero un capítulo y después otro, y después otro…
Nosotros, los tres, como si fuéramos hermanos del mismo padre y madre, nos arropábamos con toallas secas, camisetas y con nuestra propia piel incluso, piel contra piel. Abrazados y callados, escuchando las voces, las olas y la brisa. Mirando al infinito mar.
Tengo congelada esa imagen en mi cabeza y ahora, que han pasado los años, me gustaría volver a sentir esos sonidos, esos colores, esos sabores mezcla de sal, chocolate y pescado. Porque ese lugar sabe a pescado pero también a chocolate de postre, o a polo de limón. Y veo el sol ocultándose, y no puedo evitar escuchar de nuevo esas palabras que decía Dumbledore a Harry: «el amor te salvó». Recuerdo que ese párrafo lo leía Miguel y María, mi madre, se emocionó. Y yo la abracé fuerte a ella, y vosotros más fuerte a mí. Y así unidos los cinco, seguimos escuchando hasta que terminó el libro.
Miguel y María se miraron, ¿recuerdas?, y después comenzaron la batalla de besos y cosquillas. Fue la fiesta de los besos para finalizar, de los besos salados y las cosquillas.
Y ahora lo estoy recordando, ¿te acuerdas, Jorge? ¿y tú, Marina?
Deberíamos volver a repetirlo, juntarnos en la playa al atardecer, mirar el horizonte y pedir a Miguel y a María que lean para nosotros una vez más, quince años después, Harry Potter y la piedra filosofal. Y después acabar con la fiesta de los besos salados y las cosquillas.
¿Os acordáis?, ¿te acuerdas? Dime que sí, dime que aún nos quedan días para los besos, los libros y la mar. Que aún quedan días de piel de gallina y de helados Calippo. De rebozarnos en la arena y que Miguel tenga que regañar a Jorge por volver a ensuciarse después de la ducha, ¿te acuerdas? ¿os acordáis?
Cada vez que quiero evocar un momento feliz en mi vida nos veo, los cinco debajo de toallas y camisetas, apretados unos contra otros, para calentarnos alrededor de un libro, de unas voces, de una historia. Lo veo y lo escucho como si todavía estuviéramos allí…
Gracias Gema. Me transporto a mis días de sol, mar y libros con arena entre las páginas
Me gusta, amiga. Como todo lo que escribes. Casi puedo sentir la arena entre mis dedos y la brisa del mar acariciándome la cara. Me encanta la insistencia, diría casi la urgencia de la pregunta una y otra vez ¿os acordáis, te acuerdas? como necesitando confirmación de que sí, que sí que nos acordamos, me acuerdo.